lunes, 18 de noviembre de 2013

Romanticismo


El Romanticismo fue un movimiento cultural y político que se originó en Europa a finales del siglo XVIII como una reacción al racionalismo de la Ilustración y el Neoclasicismo, dándole importancia al sentimiento. Su rasgo revolucionario es incuestionable. Su característica fundamental es la ruptura con la tradición, con el orden y con la jerarquía de valores culturales y sociales imperantes. La libertad auténtica es su búsqueda constante, por eso es que su rasgo revolucionario es incuestionable. Debido a que el romanticismo es una manera de sentir y concebir la naturaleza, la vida y al hombre mismo es que se presenta de manera distinta y particular en cada país donde se desarrolla; incluso dentro de una misma nación se desarrollan distintas tendencias proyectándose también en todas las artes.
Se desarrolló fundamentalmente en la primera mitad del siglo XIX, 
extendiéndose desde Alemania a Inglaterra, Francia, Italia, España, Rusia, Polonia, Estados Unidos y las recién nacidas repúblicas hispanoamericanas. Posteriormente, se fragmentó o transformó en diversas corrientes, como el Parnasianismo, el Simbolismo, el Decadentismo o el Prerrafaelismo, subsumidas en la denominación general de Post-romanticismo, una derivación del cual fue el llamado Modernismo hispanoamericano y español. Tuvo fundamentales aportes en los campos de la literatura, el arte y la música. 

La arquitectura

El estilo arquitectónico que caracteriza el período estudiado es el llamado Clasicismo Romántico, aparecido en Inglaterra y Francia desde mediados del siglo XVIII y que había sido presagiado en la obra de G.B. Piranesi.

Los primeros cultivadores de esta tendencia fueron los cuatro arquitectos ‘revolucionarios’ que Peter Collins considera los verdaderos precursores de la Arquitectura moderna: John Soane (1753-1857): Principal representante del ‘Clasicismo Romántico’ en Inglaterra. Su estilo se inspira en la obra de Vanbrugh y Hawksmoor, de quienes heredó el eclecticismo –o ‘indiferentismo’ estilístico-, la pasión por la arqueología y la búsqueda deliberada de efectos escultóricos o pictóricos, así como en sus contemporáneos Ledoux y Dance. Manifiesta un gusto lúgubre por las paredes blancas, sin ventanas, y, como Piranesi, por los sarcófagos.Etienne-Louis Boulle (1728-1799): Arquitecto ‘revolucionario’ por antonomasia. Despreció sistemáticamente a los maestros de la Antigüedad ; desdeñaba limitar su imaginación a lo que fuese construible y cómodo (de hecho, algunos de sus proyectos no hubieran podido ser construidos con los materiales y técnicas de la época). Construyó poco, y se dedicó principalmente a la enseñanza. Claude-Nicholas Ledoux(1736-1806): Discípulo de Boullée. Efectos teatrales con masas esféricas y cúbicas. Gusto por las paredes blancas.Jean-Louis Durand (1760-1834): 
 

La pintura


En contrapocisión a la pintura del siglo XVIII, respetuosa de los cánones clásicos, la del siglo XIX baso la  creación artística en el sentimiento y exalto hasta el paroxismo la locura o la soledad. El amor, el oído y la desespeación ocuparón un lugar preferente en el alma del pintor romántico y, para remediar estos males, la muerte o el suicidio fueron a menudo la única solución.
Los artistas decimonónicos descubrieron, tal vez a causa de Goya, la brutalidad  de la guerra y sus terribles secuelas. La intensidad de la acción y la violencia reemplazaron a la sobriedad y mesura que eran propias del periodo precedente.
El paisaje, al llegar el romanticismo, dejo de ser real y se lleno de misterio. Frecuentemente se convirtió en escenario ideal para la intervención de princesas encantadas e incluso del diablo y, ante estas naturalezas omnipotentes, el hombre apareció estremecido e indefenso.
 
ESCULTURA
El corto periodo romántico en escultura responde a encargos oficiales para embellecer edificios o erigir monumentos conmemorativos. A diferencia de lo que sucede en pintura, se caracteriza por la falta de carácter y la desorientación. Es una época de transición, que alterna elementos clasicistas con otros criterios que desembocarán en un nuevo realismo.
Francia

Durante el siglo XIX Paris, se convierte en la capital artística. En Francia tienen gran protagonismo los salones de exposiciones porque en ellos se mide el grado de aceptación de los artistas. Estos se esforzaban en presentar obras de gran calidad que sorprenderán al público.

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